... Y llegó el desastre
Pero también iba a haber muy malas noticias. La temporada 2018-19 fue muy seca; no recuerdo que lloviese ni una vez en invierno, y en las estaciones húmedas de otoño y primavera apenas cayó agua de la atmósfera. Como los hombres de campo, me pasé el mes de abril de 2019 pendiente del cielo, y solo llovió 1-2 días de forma medianita.
La tan esperada cosecha de la primavera de 2019 no llegó. Solo brotaron 2-4 bellotas de las sembradas en las Presillas, y en ninguna en Cuatro Vientos. Todas ellas se secaron y murieron con el sartenazo de calor que sobrevino a principios de junio.
El verano fue inclemente y observé desolado como seguían muriendo la mayoría de los arbolitos plantados en la temporada, y bastantes ejemplares de temporadas anteriores: árboles que se secaron, que alguien pisó o arrancó (en varios casos fueron las cuadrillas municipales de desbroce), saqueadas por los conejos, o simplemente desaparecidos por causa desconocida… Entre las pérdidas, y eso me afectó especialmente, varios ejemplares leñosos de 3-4 años que crecían a buen ritmo.
A los desastres anteriores se añadió que cogí una tendinitis en el brazo y la muñeca derechos, lo que me hizo más oneroso la tarea de acarrear los bidones de agua y tirar del carro para regar.
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